SEGUNDA ENTREGA
En el primer capítulo de esta historia os conté como había conocido a Raúl, un hijo de militar al que iba a dar clases particulares de matemáticas. El padre de Raúl era muy severo con él y, aunque tenía ya diecinueve años, todavía le castigaba con azotes.
CAPITUO 2
Al salir de casa de Gerónimo y Raúl yo estaba muy excitado. Nunca antes había tenido una oportunidad parecida para someter, dominar y abusar de un chaval. Raúl no parecia muy maduro y claramente sufría de un gran déficit afectivo. Durante el poco rato que duró nuestra primera reunión me demostró que era vivaz, sensible y también bastante ingénuo. Era pués una presa fácil de la que podría obtener innumerables horas de placer si jugaba bien mis cartas. Pero esta singular oportunidad que se me ofrecía también me llenaba de preocupación, preocupación por no sacar todo el provecho posible de la situación. No quería dar ningún paso en falso y estropearlo todo, debería controlarlo todo desde el principio y esto no iba a ser fácil ya que la sola presencia de Raúl, su olor a adolescente, su obediencia incondicional, me llenaban de lascivia y cegaban mi sentido común. Debía evitar que, en un momento de excitación, empujara a Raúl más alla de sus límites, antes de que estubiera preparado para ello y se echara todo a perder. Por ejemplo, ahora que analizaba friamente mi primera reunión con Raúl y su padre, me daba cuenta de que ya me había excedido al pedir a Raúl que me enseñara las marcas de la correa que su padre le había dejado en el culo. Por suerte, y gracias a dios, me obedeció sin rechistar pero bien podría haber representado el fin de nuestra relación. En el futuro debería tomarmelo con más calma.
Llegué a mi casa sumido en este tipo de pensamientos. Me preparé una cena rápida mientras diseñaba con todo cuidado los objetivos que tenía que cumplir para mi segundo encuentro con Raúl mañana, la primera clase de verdad. Ya le había dicho que le haría un examen para comprobar su nivel en matemáticas. Sabía que esto le pondría nervioso y le dejaría más vulnerable. No iba a intentar nada físico en este segundo encuentro, esto lo tenía claro. Mi objetivo sería entonces verle llorar. Intentaría humillarlo todo lo posible cuando corrigiera su test, estaba seguro de que iba a obtener una calificación muy baja, y si esto no fuera suficiente le amenazaría con contarle a su padre lo mal que había hecho el exámen. Tenía que conseguir como fuera ver como derramaba ni que fueran unas pocas lágrimas. Esto reforzaría nuestra relación y prepararía el camino para futuras sesiones. Con estos pensamientos en mente, me puse a preparar las preguntas para el examen. Ansiosamente, esperaba la llegada del nuevo día y de mi primera clase con Raúl.
LA PRIMERA CLASE
El día se me izo corto y a la vez interminable. No dejé de mirar el reloj, contando cada segundo que faltaba para las ocho de la noche. Pero finalmente llegó el momento y a las ocho menos diez estaba ya cruzando el minúsculo jardín que conducía al chalet de mi pupilo. El día era caluroso. Raúl me abrió vestido como el día anterior en el uniforme del colegio, pero parecía todavia mas desaliñado y no llevaba ni la chaqueta azul ni la corbata. Estaba enfadado, podía leerlo en su cara. Muy enfadado. Me dijo hola y me izo pasar. Nos dirijimos a su habitación en el piso de arriba sin mediar palabra. La habitación estaba impecable, si bien el olor penetrante a entrepierna seguía ahi y esta vez había dos sillas enfrente de la mesa de estudio. Nos sentamos.
"Bien Raúl, ya te dije ayer que quería hacerte un examen para ver como llevas las matemáticas y detectar los puntos más flojos en los que tenemos que trabajar más. Y a ver si alegras un poco esa cara, que no voy a comerte!!, que pasa, ¿estás enfadado conmigo?"
"NO."
"Pues a mi si me lo parece. Tendremos que estar muchas horas juntos, asi que mejor intentemos ser amigos. ¿De acuerdo?"
El chico no pudo aguantar más y explotó: "Porque le dijiste a papá que no podía jugar al fútbol? Eh! ¿Porqué?"
"Eso no es tan grave, chico!. Si le aconsejé que no te dejara jugar al fútbol fué porque creí y sigo creyendo que eso es lo mejor para ti. Si quieres aprobar el curso necesitarás todas las horas para estudiar y si vemos que progresas bien, estoy seguro de que podremos convencer a tu padre para que te deje jugar de nuevo, ¿vale? ¿estás de acuerdo?" Se esbozó una media sonrisa en su cara. Como me gustaba este chico!. "Bueno, vamos a empezar el test. Tienes 45 minutos para hacerlo y luego lo corregiremos juntos durante la segunda mitad de la clase, ¿vale?". Y le acerqué los dos folios con problemas de matemáticas que había preparado la noche anterior. "Prefiero que no me preguntes nada al principio, simplemente responde tan bien como puedas".
Durante los siguientes tres cuartos de hora no aparté la vista de Raúl y su trabajo. No lo estaba haciendo muy bien y creo que mis miradas de asombro y rechazo no le ayudaban precisamente a concentrarse en su labor. En varias ocasiones intentó empezar una conversación sobre temas no relacionados con el examen, con la esperanza de olvidarse por un momento de tantas matemáticas, pero yo no cai en el engaño y no le di un respiro. Los tres cuartos de hora pasaron en un momento y al finalizar Raúl estaba sudado, fatigado de tanto pensar y el olor de la habitación no había dejado de aumentar. Durante todo el tiempo estubo en un estado de aparente concentración, no apartó la vista del papel y estubo jugando con su pelo sin cesar. Cada diez minutos más o menos daba un descanso a su pelo y se rascaba la entrepierna sin ningún tipo de reparo. Aprovechaba tambien para ajustarse los calzoncillos en un movimiento que parecia totalemte reflejo. Cada vez que le veia rascarse, mi polla se empalmaba un poco más pero tenía que controlarme, al menos este primer día. Al finalizar el tiempo nos pusimos a corregir sus respuestas. Ahora llegaba el momento en el que mi actuación tenía que ser estelar. Los primeros problemas eran realmente fáciles y él hizo bien la mayoría. Yo no dejé de darle animos y decirle lo bien que lo había hecho, que si todo el exámen estaba tan bien, pues que en realidad no me necesitaba a mi. Se puso contentó y sonriente. Pero pronto llegamos a preguntas un tanto más difíciles, que había dejado en blanco o respondido realmente mal. Empecé a criticar sus respuetas y a poner un tono de voz enfadado. Le hice repetir algunos problemas y cada vez que metía la pata le gritaba:
"No te enteras, tio. Te he dicho que no es asi. Parece que no me escuchas. ¿Vas a hacerlo bien o me estas tomando el pelo?" No me llevo más de veinte minutos anularle completamente la autoestima, pero todavía ninguna lágrima. Y yo sabía que no iba a conseguir hacerle llorar por este camino. Simplemente, después de tanta crítica negativa él había dejado ya de escucharme, preocupado sólo por saberse estúpido. Se había rendido. Tenía que llamar otra vez su atención hacia las matemáticas, obligarle a esforzarse en resolver problemas fuera de su alcance. No tube más remedio que amenazarle:
Tu padre no estará muy contento cuando le cuente lo mal que lo has hecho y el poco interés que demuestras."
"Por favor...." fue su súplica, su única reacción. Que cara más angelical, y como me excitava hacerle sufrir!
"Lo que le cuente a tu padre está en tus manos. Intenta resolver este último problema, tenemos todavía veinte minutos, esfuerzate un poco, pon a trabajar el serrín que llena tu cabeza!"
Leyó otra vez el enunciado del problema e intentó un camino para su resolución, un camino erroneo, cosa que yo le hice notar al rato. Se estaba esforzando realmente, pero no tenía ni idea de como solucionarlo. Yo volví a atacar, esta era mi última esperanza.
"NO, no es asi! no tienes ni idea de lo que estas haciendo, escribes números al azar, sin ninguna lógica y las matemáticas son pura lógica, piensa un poco antes de ponerte a escribir, por favor!". Lo había logrado, me empalmé de nuevo al ver la primera lágrima de Raúl resbalando por su mejilla enrojecida. Cabizbajo. Pero no le iba a dar descanso. " Si, ahora llora. Eso no va a solucionar nada y me pareces un poco crecidito ya para estas chiquilladas. Dejemoslo por hoy, es ya casi la hora. Baja conmigo a hablar con tu padre".
"Por favor, no le digas que lo he hecho todo mal, por favor!" Su cara enrojecida y congestionada.
Y sin mediar palabra salí de la habitación y me dirijí al salón. Su padre estaba ahi, sentado en el sillón escuchando música clásica. Al verme se levantó y después de saludarme me preguntó por como lo había hecho su hijo. Me hablava como si Raúl estubiera ausente. Yo le mentí y le dije que no del todo mal, que teníamos que trabajar mucho todavía, pero que con esfuerzo su hijo aprobaría el curso. Eso le hizo realmente feliz y aseguró mi puesto de tutor al menos por unos meses! Mi respuesta también alegro a Raúl, que estaba escuchando desde el recibidor de la casa. Me di cuenta de que en ese momento me había perdonado todas las humillaciones a las que le había sometido durante la clase. Volvíamos a ser amigos!. Yo ya me dirigía a la puerta pero Gerónimo me llamó.
"Un momento, Carlos, por favor. Antes de irte quiero que oigas una cosa que tengo que decir a mi hijo." Y dirigiéndose a su hijo: " Raúl , acércate."
Raúl, que hasta el momento había permanecido apoyado bajo el alféizar de la puerta, entró en el salón y miró a su padre atemorizado. Este le dio un cachete suave y paternal en el cuello y empezó:
"Me alegro de que hoy hayas hecho bien el test de matemáticas. Carlos me ha dicho que con esfuerzo aprobarás el curso y eso me ha alegrado mucho, pero ayer te portaste mal con Carlos y tu lo sabes. Y probablemente ni te hayas disculpado hoy. ¿Es así Carlos?
"Oh, bueno, no tiene importancia de verdad. Hoy había dos sillas en la habitación" bromeé.
"Yo creo que si tiene importancia. Raúl, como castigo por haber dejado sin silla a Carlos durante la reunión de ayer, vas a permanecer de pie y de cara a la pared todos los dias de esta semana desde las ocho y media que acaba tu clase hasta que te vayas a dormir, a las once de la noche. ¿Me has entendido? ¿A que esperas? Rápido, de cara a la pared!"
Raúl empezo a protestar, pero cambió de opinión al ver la cara de su padre. Mirando al suelo, se acercó a la pared despacio.
"No quiero verte en esa pose dejada. Separa las piernas, ponte tieso y pon los brazos en cruz. Y si tengo que repetirlo tendras que sugetar dos tomos de la enciclopedia uno en cada mano, ¿entendido? Y dirijiendose a mi "Bueno Carlos, nos veremos pasado mañana, que pases un buen dia."
Esperé a ver como Raúl obedecia a su padre y se ponía de cara a la pared y con los brazos en cruz. Estar en esa posición durante dos horas y media cada día no sería nada agradable. Hubiera dado lo que fuera por poder hacercarme hasta mi pupilo y agarrarle el paquete con fuerza, pero en su lugar simplemente dije: "Hasta pasado mañana entonces." Y gritando un poco más: "Hasta luego, Raúl!". No hubo respuesta.
Durante el camino de vuelta a casa mi cerebro estubo funcionando al 200 por cien. ¿Cuál debería ser mi próximo movimiento?. Durante los próximos días me limitaría a dar clases normales, sin bajar la presión, eso si, e intentando que realmente aprendiera algo de matemáticas. Mi polla debería contentarse con la visión de Raúl en tensión. Debería ganarme su amistad y confianza. Eso sería fácil debido al carácter alegre y extrovertido del chico. Convencer a su padre de que le perdonara el castigo de estar de cara a la pared sería un buen primer paso. Después de una semana de buenas relaciones debería ingeniarmelas para que su padre le castigara lo más duramente posible. Pero ¿como?. Llegé a mi casa sin un plan bien definido, tenía todavía unos dias para diseñar mi estrategia.
Fin del capítulo 2.
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