Clases Particulares. 3 (Spanish)


by Jojo <Jojo4@mailcity.com>

CAPITULO 3

Las tres o cuatro siguientes clases transcurrieron sin ningún percance. Convencí al padre de Raúl para que le perdonara el castigo de estar de cara a la pared durante dos horas y media cada día y con eso me gane su confianza y amistad, incluso me empezó a hablar de chicas y de como le gustaban a él. También fuimos avanzando un poco en el tema de las matemáticas. El chico no era muy inteligente, pero poco a poco iba aprendiendo algo útil. Pero durante la clase del viernes pasó algo que rompió completamente la monotonía. Cuando su padre llegó a las ocho le oimos subir y entró en la habitación donde dabamos la clase, muy enfadado. Era la primera vez que nos interrumpía durante una clase.

"Perdona que os interrumpa, Carlos, pero tengo algo muy importante que hablar con Raúl." Y dirijiendose a él, agitando un papel en la mano. "Resulta que he recibido esta carte de tu colegio. Parece que decidiste por tu cuenta que eres ya suficientemente inteligente y que no debes asistir a todas las clases".

Raúl no contesto y miró hacia el suelo. ¡Como me excitaba esa actitud!. Su padre continuó, gritando:

"Parece que no tienes nada que decir en tu favor, bien, ya sabes que viene a continuación. Baja al salón ahora mismo y espérame ahí." Y dirijinedose a mi: "Carlos, por favor, te agradecería que te quedaras. Ahora tengo que castigar a mi hijo por su mala conducta y como tu eres su profesor, creo que sería una buena idea que tu también participaras en ello".

La situación me tomó realmente por sorpresa y no puede responder otra cosa que un dubitativo "no se...". De todas formas acompañé a Gerónimo hasta el salón, donde Raúl nos esperaba nervioso. Al verme junto a su padre puso cara de asustado, pero su padre tomó antes la palabra:

"Raúl, creo que no hay nada que discutir, de manera que a partir de ahora no quiero oir una sola palabra salir por tu boca. He pedido a Carlos que, como profesor tuyo, me ayude a darte el castigo que te mereces y que ya te adelanto será sonado." El chico estaba de pie, mirando hacia el suelo y empezó a sollozar en silencio. Su padre continuó. "Desnudate, rápido". Yo me senté rápidamente en el sillón, intentando ocultar mi erección rampante. Raúl se quedó quieto. Su padre se sentó a mi lado mirándole, y dijo:

"Veo que has decidido tomártelo con calma. Yo no tengo ningún problema en esperar, pero tu castigo acaba de ...doblarse, de.......triplicarse, de....." Raúl empezo a desabrocharse la camisa y su padre se calló. Los dos le estabamos mirando con toda nuestra atención. Se quitó la camisa azul reglamentaria, dejando al descubierto su camiseta blanca. Había dejado de sollozar y ahora ponía su cara de enfadado. Que guapo estaba así. Se desprendió también de la camiseta, dejando su tostado torso al descubierto. Se quitó los zapatos, los calcetines y, dudando un poco más, se desabrochó el pantalón gris y se lo quitó. Cada prenda de ropa que se iba sacando, la doblaba con cuidado y la colocaba en encima de un sofá. Se colocó las manos delante del paquete y me miró suplicante. Su padré continuó:" Te he dicho que te desnudes".

Sorprendentemente, Raúl habló: "Pero papa...siempre me azotas con los calzoncillos puestos..."

"Hoy será una excepción. Y creía haberte dicho que no quería oir tu voz. Tu castigo se acaba de cuadruplicar. ¿Vas a hacernos esperar más tiempo?" Finalmente se quitó los calzoncillos y rápidamente se tapó los genitales con las manos. Yo creia que no iba a poder controlarme. La visión de mi pupilo desnudo y profundamente humillado me estaba excitando como nunca antes lo havía estado. Estaba como hipnotizado mirando su cuerpo delgado, su cara adolescente. Su padre se encargó de romper el hechizo. "Separa las piernas y agarrate las pantorrillas." Raúl obedeció, dejando al descubierto polla y huevos colgantes.

"Separa más las piernas, ¡más te digo!. Ya conoces las reglas, si te mueves ni que sea un centimetro de tu posición, los azotes empezarán desde el principio. Voy a darte cincuenta azotes con la correa."

Gerónimo se levantó y se sacó la correa de cuero del pantalón. Estaba actuando como si yo estubiera ausente. Se acercó hacia donde su hijo estaba agachado cabeza abajo y empezó con los azotes en el culo. A mi me parecieron, tanto por el ruido como por las marcas que dejaban, extraordinariamente duros. Raúl empezó a llorar otra vez y mostraba dificultad por mantenerse en posición. Cuando su padre iba por el azote cuarenta, empezó a atizarle la entrepierma en lugar de limitarse al culo. Uno de los azotes no fue muy afortunado y le dió de lleno en uno de los huevos. Pobre Raúl, cayó al suelo gimiendo de dolor. Su padre, con calma y sonriente, se sentó a mi lado y esperó paciente a que su hijo se recuperara.

"Rápido, vuelve a ponerte en posición, quedan todavía diez". Raúl le obedeció como buenamente pudo. Se puso de pie y se agarro las pantorrillas. Su padre aplicó el resto de los azotes sin mostrar misericordia por su hijo. Al finalizar, le mando ponerse de cara la pared en un rincón. Raúl obedeció, tapandose humildemente los huevos con las manos.

Dirijiendose a mi me dijo: "Carlos, me temo que tendrás que suspender la clase de hoy, no creo que mi hijo esté en condiciones de prestar atención a tus explicaciones. Pero quería pedirte un favor, ¿A lo mejor no te importaría darle la clase este sábado o domingo? No quisiera que perdiera el ritmo."

"Por supuesto que no me importará recuperar la clase este fin de semana, pero la verdad es que tengo muchísimas cosas que hacer en casa y no me puedo compremeter en dar una hora para la clase en este momento. A lo mejor lo que podríamos hacer es que Raúl se pase por mi casa mañana, yo le pongo problemas y mientras el trabaja en eso yo puedo seguir haciendo mis cosas, en plan relajado. Si él tiene dudas puede preguntarme y asi no se queda bloqueado. ¿Que le parece Gerónimo?

"Me parece una idea excelente, si tu no tienes inconveniente en que mi hijo te esté molestando durante todo el día. Bueno, un problemilla si que hay. Ya has visto que hoy he tenido que castigar a Raúl y el castigo tendrá que ser por cuadruplicado. Esto significa que le esperan tres castigos más como el de hoy, uno el sabado, otro el domingo y el último el lunes." Ambos dirijimos la mirada hacia donde estaba Raúl, que seguro había oido a su padre y estaba todavía asimilando lo que eso significaba. Gerónimo continuó: " Ya ves que aplicar el castigo lleva casi un ahora y luego esperar dos o tres horas más mientras Raúl está de cara a la pared meditando sobre sus faltas. Y mañana yo también tengo un día muy ocupado, tengo que ir al cuartel por la mañana...y no quiero dejar lo del castigo para más tarde. Una cosa que se podría hacer, si a ti no te importa, es que tu te encargaras también de aplicar el castigo a mi chico mientras estubierais en tu casa. Sí, esto solucionaría todos nuestros problemas de horarios. ¿Que me dices?, ya has visto de que se trata. Es fácil para el que aplica el castigo, para el que lo recibe ya es otra cosa, ja ,ja..."

Yo estaba enormemente sorprendido por la forma tan campechana y natural con que Gerónimo hablaba sobre los castigos de su hijo. Pero por otro lado la posibilidad de no sólo ser espectador sino de poder azotar personalmente y en privado a Raúl me había dejano sin habla. Mi boca estaba llena de saliba, mi polla a cien, no podía pensar, no podía reaccionar. Por suerte Raúl vino en mi ayuda, atreviendose a hablar desafiando las ordenes de su padre.

"Papa, no puedes hacerme esto. Carlos es mi maestro, solo nos llevamos dos años de edad. Por favor, Papa, por favor..." Suplicó Raúl, lloriqueando. Esto no tubo otro efecto que el de aumentar la determinación de Gerónimo. Después de mandar callar a su hijo, volvió a dirigirse a mi: "¿Podrás hacerme este favor, Carlos? Mientras Raúl esté de cara a la pared tu podrás seguir haciendo tus cosas, sólo echándole un vistazo de tanto en cuanto. Y si crees que Raúl puede ayudarte en algo de lo que tu tengas que hacer, no dudes en ordenarle que te ayude, es lo menos que puede hacer despues de todos tus esfuerzos. ¿Que me dices?."

Yo estaba ya más calmado y había recuperado el habla. "La verdad es que no me vendría mal que me echaran una mano mañana. Tengo que entrar más de diez mil datos al ordenador y eso me llevará varios días. Raúl y yo nos podríamos ir turnando."

"Pues no se hable más. ¿A que hora quieres que Raúl se pase por tu casa?

"Alrededor de las diez de la mañana. ¿De acuerdo?"

"Muy bien, no te entretenemos más, y por favor, mañana no seas blando con mi hijo, es más resistente de lo que pudiera parecer, ¿Verdad Raúl que eres muy fuerte? Hasta luego Carlos y muchas gracias de nuevo. "

Me levante y diriji a la puerta, despidiendome de mi pupilo: "Hasta mañana a las diez. Y se puntual, te estaré esperando!". Gerónimo me sonrió y yo salí de la casa.

No podía creermelo, no podía ser verdad. Pero mañana saldría de dudas. Esa noche casi no pude dormir. Al día siguiente me levante tarde, el timbre de la puerta me sorprendió mientras tomaba el desayuno, serían las diez menos cuarto. Tardé en abrir, pero cuando lo hice, allí estaba mi angel. Nervioso, asustado. Le mandé pasar, parece que no había sido un sueño, todo era real. Yo todavía llevaba mi ropa de cama, calzoncillos y camiseta. Raúl iba vestido en ropa de calle, era la primera vez que lo veia vestido con algo que no fuera su uniforme escolar. Desde luego estaba mucho más _s_e_x_i en uniforme, pero pronto pondría remedio a esta pequeña contrariedad. ¡Que asustado estaba! Como me gustaba. Abusar de este chico iba a ser realmente fácil, él sabía que no tenía otro remedio que someterse al castigo, por humillante y doloroso que fuese.

"Raúl me imagino que ya habrás desayunado." Asintió con la cabeza. "Yo estoy listo en un momento, ¿de verdad que no quieres nada?"

El chico se quedo un momento pensativo, sin decir nada. Luego, sin levantar la mirada del suelo, empezó: "Por favor, Carlos, no me pegues, papa no tiene porque enterarse, por favor..."

Su súplica no hizo otra cosa que ponerme las cosas más fáciles. Había servido para romper el hielo en lo referente a su castigo venidero.

"Raúl, no me parece bien engañar así a Gerónimo. Lo siento mucho chico, pero será mejor que vayas preparándote. En cuanto antes acabemos con esto mejor para los dos, ¿no te parece?. Esto tampoco es fácil para mi, así que no compliques más las cosas y vete desnudando". Continué tranquilamente con mis tostadas, como si fuera lo más natural del mundo ordenar a alguien que se desnudara para recibir luego una buena azotaina y dejé que mi pupilo pensara que lo siguiente iban a ser los azotes. Raúl se fue para el salón, parece que le daba verguenza desnudarse enfrente mio, pero yo no quería perderme un detalle, así que me apoyé en la puerta de la cocina, mirando directamente y sin disimulo como Raúl se iba quitando la ropa. Se quedó en calzoncillos, de pie. No sabía que postura tomar, las manos se le iban inconscientemente hacia los huevos, pero enseguida las apartaba, para parecer más natural. Me tomé mis buenos veinte minutos para terminar el desayuno durante los cuales no cruzamos palabra. Cuando hube terminado, le pedí que se sentara y sacara sus cuadernos. Ibamos a empezar con las matemáticas. Esto le sorprendió un poco, estoy convencido que esperaba ser castigado en primer lugar, especialmente después de haberle hecho desnudar. Pero yo tenía otros planes. Le puse unos cuantos problemas de derivadas e integrales y le dije que me iba a comprar al super, que volvería en una hora más o menos y que luego corregiríamos los problemas.

"¿Puedo vestirme entonces?"

"¿Vestirte? Sabes de sobra que tenemos un asunto pendiente. Cuando vuelva nos pondremos con lo del castigo. Mientras tanto no tiene sentido que te vistas. No, no puedes vestirte." Me cambié en mi habitación y salí hacia el super. Volví al cabo de una horita. La puerta principal de mi casa da directamente al salón, de manera que nada más entrar vi a Raúl, casi desnudo, que dirijía una mirada de miedo hacia la puerta. Se tranquilizó al ver que era yo.

"Por favor Carlos, no es necesario que me pegues, no voy a decirselo a mi padre, de verdad..." Volvió a insistir.

"Vamos a ver como has hecho los problemas. Si hoy te portas bién a lo mejor podemos pasar de azotes, pero solo si prestas atención y trabajas duro. Y ni una palabra a tu padre, de acuerdo?"

"Gracias, gracias Carlos. Eres un amigo"

"No tan deprisa. Vamos a ver primero como has hecho los problemas de derivadas." Coloqué la compra en la cocina y luego fuí a sentarme a su lado. Empecé a repasar con él su trabajo, diciendole lo que había hecho mal y explicandole como debería haberlo hecho. Ver su torso desnudo, con un poco de pelo creciéndole en el pecho, sus pectorales bien definidos, el vello que le crecía en el vientre, el bulto que ocultaban los calzoncillos, las piernas jovenes y peludas, todo me excitaba enormemente. Me moría por acariciarlo pero sabía que la única oportunidad que tendría de tocar su cuerpo era a través del castigo. Empecé a criticar muy duramente su trabajo, y no sólo su trabajo, los adjetivos estúpido, inútil, tonto ... no dejaban de llover. Esto tubo su efecto, ya que empezó a llorar en silencio, me imagino que preocupado por el castigo que ya vería immiente, pero cuando hubimos acabado con la corrección le propuse un trato.

"Ya ves que muy bien no lo has hecho, pero lo importante es que hayas aprendido como se hacen este tipo de problemas. Te prometí que te perdonaría si trabajabas duro. Vamos a hacer lo siguiente, te pondré cinco problemas parecidos, si haces tres bien tu solo, podrás irte a casa. Si no lo consigues me temo que tendré que cumplir con la promesa que hice a tu padre. ¿Te parece justo?"

Sollozando, respondió: "No tengo otra opción."

"No, no la tienes. Aqui están los problemas, tienes una hora y media. A trabajar muchachón."

Hizo los problemas medianamente bien. Parce que había encontrado lo que Raúl necesitaba, trabajar bajo amenaza de castigos. Le dije que le perdonaba los azotes y que podía vestirse. Como era ya hora de comer lo mandé para su casa. Había sido una mañana bien aprovechada. Nunca había visto una persona vestirse más rápidamente que Raúl ese día y ¡que cara de felicidad se le puso!

Por a noche recibí una llamada, era Gerónimo.

"Carlos? Como vamos. Te llamaba porque aqui mi hijo dice que el castigo que le has aplicado ha sido muy duro, pero he examinado su cuerpo y no hay traza de ningún azote. ¿Que pasa, no te atreviste a pegarle?"

"No es eso, simplemente que esta mañana Raúl trabajo mucho y bien en sus problemas y no me pareció justo castigarlo"

"Le recuerdo Carlos, que castigué a mi hijo por saltarse un dia de colegio y no por otra razón y eso es una falta grave. Y lo que más me duele es que Usted no haya sido franco conmigo. Yo confiaba en Usted y me ha defraudado. Ahora ya no creo que pueda seguir como tutor de mi hijo, no sabe como lo siento."

"Gerónimo, ¿no cree que está exagerando la situación? Esta mañana, si bien no he azotado a Raúl como le prometí, si que le he castigado. Ha tenido que permanecer desnudo todo el tiempo y créame que eso no le ha gustado. Además, le amenacé con azotes si no hacia bien los problemas y eso tubo un efecto milagroso. Raúl aprendió más durante esta mañana que en una semana entera de clases normales. Y personalmente me sabría muy mal que por este pequeño malentendido su hijo tubiera que cambiar otra vez de tutor y perder unos preciosos meses de su tiempo."

"De sobras sabe Usted Carlos, que es el mejor tutor que Raúl ha tenido nunca y que yo le aprecio mucho, pero yo debo confiar en el tutor de mi hijo y ahora ya no estoy muy seguro de confiar en Usted."

"Sigo pensando que está demasiado enfadado para pensar friamente. Esta es mi propuesta. Acepto que me he equivocado perdonando a Raúl un castigo que Usted le había impuesto, pero no quiero que este pequeño malentendido perjudique los estudios de Raúl. Mándemelo mañana a mi casa y le prometo que esta vez trabajaremos con las matemáticas pero también cumpliré mi promesa y le daré los azotes que se merece. ¿Que me dice? ¿Confia en mi?"

"Veremos. Buenas noches"

Cuando colgué el teléfono estaba temblando. Mi estupidez había puesto en peligro mi relación con Raúl, precisamente ahora que prometía dar lo mejor de si. Me fui a la cama, pero esa noche no pude dormir pensando en si Gerónimo aceptaría o no mi propuesta. Pero el domingo por la mañana no tardé mucho en salir de dudas. Estaba todavía en la cama cuando sonó el timbre. Era Raúl. Lo hice pasar.

"Raúl, que sorpresa. Que temprano llegas. No te esperaba tan pronto, pero pasa, pasa"

Raúl entró, me dirigió una mirada de pena e intentó decir algo..."Carlos...", pero se puso a sollozar y no consguia pronunciar una palabra entera. Que pena me daba. Le cogí por los hombros y le acaricié el pelo. "Pero bueno, muchachón, que son esos lloriqueos de niña?" Esto le calmó un poco, vovió a empezar.

"Carlos,..mi padre se enfadó mucho conmigo ayer. Yo le dije que me habias castigado como el ordenó, pero luego me obligó a desnudarme y al no ver las marcas de los azotes empezó a sospechar y al final confesé todo, lo siento, de verdad, no quería meterte en lios, lo siento Carlos..." Empezó a sollozar de nuevo, pero pude entender algo de lo que decía. "Hoy me ha mandado de nuevo aqui para que me castigues, esta vez de verdad. Y...dice que me merezco cincuenta azotes por haber faltado a clase y cincuenta más por haberle engañado ayer".

"Pero Raúl, cien azotes es un castigo muy duro, no voy a hacerlo, ni hablar..."

"Por favor Carlos, si tu no lo haces lo hará Él y será mucho peor, mucho peor, por favor, por favor Carlos"

"Voy a llamar a tu padre ahora mismo"

"No, no lo hagas, se enfadará"

"Que se enfade" Cogí el telefono y marque el número de Gerónimo, no tardó en contestar el padre de Raúl. "Buenos dias Gerónimo, aquí tengo a su hijo que me dice que le deben ser aplicados en total cien azotes, es eso correcto?"

"Es exacto, a no ser que Usted opine que el castigo debe ser mayor, en ese caso no tengo ningún inconveniente."

"No es eso sino más bien al contrario. Cien azotes me parecen muchos. Raúl no tiene el culo suficientemente grande para recibir esa cantidad, vamos hombre, dejémoslo en cincuenta, que me dice?

"Le digo que ni hablar. Si bien es verdad que nunca he dado tantos azotes a mi hijo en un mismo día, esta vez se los merece. De todas formas, si Usted quiere cambiar los cincuenta azotes extra por algún otro tipo de castigo, allá Usted, pero no me defraude por segunda vez, Carlos, no me defraude. Está bien lo de ser amiguetes con mi hijo, pero debe quedar claro quien tiene la autoridad"

"Como Usted diga, entonces. Hasta el lunes." No podía creermelo, la llamada había salido a la pefección, me había dado carta blanca para hacer casi lo que desease con su hijo. Ahora solo restaba comunicarle las buenas noticias a mi pupilo.

"Bien Carlos, tu padre ha aceptado reducir los cincuenta segundos azotes.."

"Oh, gracias, gracias Carlos, eres un tipo genial."

"Bueno, en realidad quiere que los cambiemos por otro castigo, pero no te preocupes, he pensado que veinte golpes en tus huevos sería adecuado. "

"Estais locos, ni hablar..."

"No te quejes, despues de todo lo que estoy haciendo por ayudarte. Tu padré no tendrá forma de comprobar si te he dado o no los veinte golpes en los huevos, de manera que con un par va a bastar. Creo que me debes una disculpa."

"No quiero que me golpees en los huevos, ni veinte ni ningun golpe, ni hablar"

"No pongas las cosas más difíciles para ti. Creo que cualquiera cambiaría cincuenta azotes por dos golpes en los huevos, de manera que basta ya de quejarse y empieza a desnudarte, en cuanto antes acabemos con esto mejor, ya empieza a cansarme de veras". Evidentemente no protestó, en dos minutos se quedó en calzoncillos y se tapó los genitales con las manos.

"Raúl, lo siento, pero esta vez tendremos que hacer las cosas bien. Ya ves lo que pasa si no hacemos caso a tu padre. Tendrás que desnudarte completamene. Calzoncillos fuera."

Me obedeció sin decir palabra. Sus manos regresaron en un segundo a tapar sus verguenzas. Yo seguía en mi ropa de cama, los calzoncillos y la camiseta, de manera que tenía que luchar constantemente para ocultar mi erección creciente. Al fijarme mejor en el cuerpo de mi alumno, me di cuenta de que su padre no había perdido del todo la tarde. Tenía el culo y las nalgas completamente cubiertos de corretazos. No me había dejado un solo centimetro cuadrado libre para mi.

"Raúl, vamos a darte los primeros cincuenta azotes. Ven para aca, chico. Uff!, como te ha dejado el culo tu padre! Creo que será mejor que te dé los cincuenta azotes en otra parte. Ponte tieso, con las piernas todo lo separadas que puedas y las manos en la nuca." Si bien era la primera vez que decía algo parecido, la frase me salió de lo más natural y fué obedecida sin rechistar. Le dejé en esa posición como cinco minutos, mientra yo fui a mi habitación y cogí una correa bastante pesada. Se la enseñé, el estaba sudando, pero quería aparentar que era un tipo duro. Me preparé para dar el primer corretazo, el primer azote que daba en mi vida. No quería que fuera demasiado flojo, que Raúl se riera de mi, de manera que decidí ponerle toda la fuerza de que fuera capaz. El primero iba a ser en la espalda, me concentré, miré la espalda musculosa y morena de Raúl y me convencí de que el golpe debería ser realmente fuerte si quería que dejara una marca duradera en esa espalda tan oscura. Uno, dos tres, respiré profundamente, me separé un poco del cuerpo de Raúl y sin pensarlo más golpeé en su espalda con toda la fuerza de que fui capaz. Por suerte la espalda era una diana fácil, porque en lugar de dar en la parte alta del torso el golpe cayó en la zona de los riñones, dejando una marca roja intensa, pero no sangre. Raúl gritó, como no. Me puse enfrente de él para ver mejor el efecto del primer golpe. La cara de Raúl estaba toda enrojecida y sus mandibulas temblaban. Su expresión reflejaba un miedo profundo, el primer golpe había tenido el efecto esperado. No quería perderme un primer plano de la cara de Raúl al recibir los golpes, de manera que decidí que el segundo golpe lo aplicaría de frente, en sus pezones. Ahora ya sabía como se portaba la correa bajo mi impulso, de manera que el golpe cayó certero sobre uno de los pezones y rozando el otro. Una marca rojiza apareció al instante, casi antes de que un grito de profundo dolor saliera de la boca de mi pupilo. Esta vez puede ver como la cara se le transformaba en un instante después del golpe. La boca torcida, la frente fruncida, los ojos cerrados...el grito, los sollozos. Pero estos no eran sus primeroa azotes, se mantubo en posición con los brazos en la nuca, como un buen chico, como un chico duro. Era el espectaculo más bello que nunca había presenciado. Sabía que no me costaría ningún esfuerzo aplicar los cuatenta y ocho azotes restantes y que intentaría con todas mis fuerzas que cada uno de ellos fuera más doloroso que el anterior. La sensación de poder sobre ese cuerpo, sobre su mente era maravillosa. Raúl no tenía otra opción que someterse, que dejarse azotar y esperar mi misericordia. ¿Hay algo peor para un macho adolescente como Raúl? Estar desnudo, con las manos en la nuca, su cuerpo, sus genitales totalmente expuestos y no tener otra opción que dejar que otro chico, a penas unos años mayor que él, le inflija dolor extremo, sin posibilidad de defenderse, de pelear como sus instintos le ordenan. Y la humillación, miedo y dolor de Raúl se transformaban en placer y goce en mi. Otros golpes siguieron, cada vez más fuertes. Continué azotandole el pecho, los pezones y también la tripa, finalmente, cuando ya estube satisfecho de ver la cara de dolor de Raúl, volví a concentrarme en su espalda. Asi fueron cayendo todos los golpes, hasta el cincuenta.

"Bien, Raúl, ya hemos acabado. No sabes como siento haber tenido que hacer esto, pero no tenía otra opción. Anda, acuestate en el sofá, voy a ponerte un poco de crema en las heridas." Se acostó, yo fui a buscar un bote de crema hidratante y empecé a untar su espalda, despacio, le di la vuelta y le acaricié el pecho, tenía los músculos bastante desarrollados por ser un adolescente, probablemente debido al futbol. Finalmente tenía la ocasión de acariciar todos los rincines de ese cuerpo adolescente. Me miró y su cara reflejaba agradecimiento. No podía creerlo. Le dejé en el sofá descansando y ...llorando.

"Bueno, Raúl, ya solo quedan dos azotes más. Como te he dicho al principio estos dos te los daré en los huevos. Quiero que te pongas de pie con las piernas un poco separadas y te sujetes la polla hacia arriba, fuera del camino, con tu mano y pon la otra mano en la nuca. Ahora echa el culo lo más hacia adelante que puedas, si, esto está bién. Los golpes te los daré con esta regla de madera." Coloqué mi mano izquirda en su espalda y eché su culo un poco más para adelante. Con la otra mano masajeé un poco sus huevos con el fin de dejarlos bien expuestos, cogí la regla, me concentré, y golpeé. Fué increible. Raúl cayó al suelo hecho un ovillo, sin respiración primero, luego empezó a gemir. No pude evitarlo, mientras todavía estaba en el suelo lo agarré por el pelo y tiré hacia arriba obligandole a levantarse y a mirarme a la cara.

"No hay para tanto chico, te quejas como una niña, anda, ponte de pie otra vez que solo queda un golpe." Si bien se levantó, no quería ponerse otra vez en la posición correcta.

"Raúl, en lugar de los veinte golpes en los huevos que quería tu padre te daré sólo dos, pero tenemos que cumplir con estos dos, por mucho que nos duela a ambos. Así que ponte en posición ahora mismo o te mando a tu casa y le digo a tu padre que no has querido colaborar. No quieres eso, ¿verdad?"

Raúl, temblando todavía, separó las piernas, echó el culo para adelante, apartó la polla del camino y finalmente puso su mano izquierda en la nuca, estaba aprendiendo. Esta vez me entretuve un poco más jugando con sus huevos, pero no querían mantenerse en posición.

"Raúl, creo que voy a necesitar ayuda, espera un momento" Fui a buscar una goma elastica y la coloqué alrededor de los huevos del chico, dando varias vueltas. Ahora estaban bien juntitos y expuestos. Esto no le izo mucha gracia, pero no habló. Volví a ponerle la mano en la espalda, haciendo fuerza hacia adelante y noté claramente como temblaba. Eso me excitó y pensé en darle dos o tres golpes más, pero preferí no romper mi promesa, eso si, el segundo golpe iba a ser sonado. Me coloqué adecuadamente, cogí aire y zassss. El golpe fue certero y, a juzgar por la reacción que provocó, muy doloroso. Lo dejé en el suelo varios minutos mientras se recuperaba.

"Veo que ya puedes andar otra vez, magnífico, te has portado como un hombre. Acercate, te diré que problemas vas a hacer esta mañana." Yo me levanté, recogí de encima de la mesa un cuaderno con problemas y le mandé quince por hacer. "Tienes de tiempo hasta la una del mediodia, luego los corregiremos juntos. Siento tener que hacer esto, Raúl, pero es por tu bien. Por cada problema que hagas mal te daré un golpe en los huevos como los de antes. Y ahora a trabajar"

"Papa no va a dejar que me peges por no hacer bien los problemas. Creí que querias ayudarme, Carlos..."

"Y quiero ayudarte. Esto es lo mejor para ti, aunque no lo comprendas ahora mismo. Y te recuerdo que tu padre quería veinte golpes y no solo dos, pero si insistes le llamo para pedir su opinion."

" Como quieras, pero ¿puedo vestirme?"

"Puedes ponerte los calzoncillos por ahora"

"¿No puedo vestirme del todo? ¿Porque?"

"Quiero que no se te olvide lo que te espera si haces mal los problemas y basta de charla."

Mientras Raúl trabajaba con sus problemas, yo me puese a entrar datos en el ordenador, en la misma mesa. Pero mi vista no podía concentrarse en la pantalla, reseguía una y mil veces el torso lacerado del chico, sus piernas peludas, su cara enrojecida por el castigo anterior y por la concentración de ahora, el bulto que ocultaban los calzoncillos pero que ahora yo ya conocía bien. El tiempo pasó y el reloj marcó la una, pero Raúl sólo había hecho diez de los quince problemas que le había puesto.

"¿Como vas? Ya es la una"

"Por favor, dame más tiempo, todavía no he acabado"

"Que te parece si ahora comemos y luego te doy otra hora para acabar con los problemas? Pero con tanto tiempo espero que las respuestas sean perfectas!.

"Gracias, gracias Carlos, muchas gracias"

Comimos una pitzza que tenia en el congelador. Durante la comida ocurrió algo divertido. En un momento dado y de lo nervioso que estaba, se le cayó un trozo de pitzza al suelo, evidentemente boca abajo.

"Oh! Que patoso soy, lo siento, Carlos. Enseguida lo recojo, ¿Tienes papel de cocina?"

"Con la boca"

"¿Perdona?, ¿que quieres decir?"

"Si sabes lo que te conviene, vas a comer ese trozo de pitzza que has tirado al suelo directamente de ahi, sin usar las manos, entendido? Lo dije con un tono de estar muy enfado. "Y no quiero ver una sola mota de salsa de tomate en el suelo cuando hayas acabado." Con el pie señale hacia la pitzza y, de hecho, la aplaste un poco más contra el suelo. "Si crees que vas a jugar conmigo estas muy equivocado."

"Se me ha caido sin querer, te lo juro..." No contesté, se puso de rodillas y empezó a morder la pitzza del suelo, apoyándose con las dos manos en el suelo. Había llegado el momento en que tenía que dejar de ser el amiguete Carlos para pasar a ser el Amo Carlos.

"Manos en la espalda", le ordené.

Me obedeció. Ahora le costaba esfuerzo mantener el equilibrio, especialmente cuando, con mi zapato, le apretaba la cara contra el suelo. A los diez minutos no quedaba rastro del trozo de pitzza y había lamido toda la zona con la lengua. Ahora sabía que mi chico había perdido la voluntad y me obedecería ciegamente. Acabamos de comer sin hablar y le mandé retomar su tarea. La hora adicional que le di pasó rápido y corregimos juntos los problemas. Había hecho siete bien y el resto mal, eso significaba ocho azotes más en los huevos. No estaba nada mal. "Fuera calzoncillos y vueve a ponerte en posición, voy a darte esos golpes que faltan".

Sollozando, protestó. "No podré soportarlo, porfavor, vas a caparme"

"Y que propones"

"No se, lo que quieras, haré lo que quieras"

"Está bién, vamos a dejarlo por hoy, pero ten en cuenta que me debes ocho azotes y que podré pedírtelos en cuanto lo crea conveniente. Y ahora ponte de cara a la pared, con los brazos extendidos en cruz." Le coloqué un volumen de la enciclopedia en cada mano. "Ya sabes, dos horas. Y si dejas caer uno de los volumenes o bajas los brazos, tengo una sorpresa preparada para ti".

Yo me puse a trabajar otra vez con el ordenador, pero mi vista pasaba más minutos fija en la pared que en la pantalla. Pasó una hora y el chico resistió bién, pero yo me preguntaba que porque me pribaba de la vista de su cuerpo de frente, sin duda más atractiva.

"Puedes descansar cinco minutos"

Bajó los brazos y se arrodilló en el suelo.

"Los cinco minutos han pasado, vuelve a ponerte en posición, pero esta vez de espaldas a la pared y sin apoyarte"

Cogió los dos volumenes, se levantó y puso los brazos en cruz, sujetando los tomos de la enciclopedia. Pero esta vez estaba de frente y podía verle la cara. A la media hora parecía que no iba a poder resistir más. Respiraba entrecortadamente, su cara se contorsionaba y los brazos cada vez estaban más abajo. Sorprendentemente algo empezó a crecer en su paquete, sin duda debido al esfuerzo nervioso y muscular que mantener los brazos en cruz le requería.

"Todavía queda media hora, ni se te ocurra rendirte ahora." Me acerque a él. " Dejame ver que es eso que se mueve por ahí, parece necesitar más espacio." Le bajé los calzoncillos hasta las rodillas, su polla salió disparada y con mis cuidados se puso durísima. Eso pareció darle la energía necesaria para mantener los brazos en alto un poco má de tiempo. La visión era indescriptible.

"Todavía faltan quince minutos, pero te los perdono. No se lo digas a tu padre esta vez. Vistete y para tu casa"

Así fue como pasé mi primer domingo con mi pupilo Raúl. Los castigos se repitieron y fueron más duros si cabe, pero nunca vovlví a disfrutar como esa primera vez.

No dudes en mandarme tus comentarios.


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