Esta es la parte tres de la historia "La venganza de Rojas". Recomiendo encarecidamente leer (o releer) los capítulos anteriores de la serie antes de proseguir con este.
Fue difícil para Rojas reconciliar el sueño esa noche. No dejaba de pensar en lo que había sucedido duante el día. La reunión con Dirac y especialmente la sensación de poder que había experimentado al tener a Canales bajo sus ordenes. La sensación de poder que le invadió cuando agarró a Canales por el paquete, forzándole a soltar un grito de dolor. Y la excitación que le había arrastrado como un torbellino durante todo el día. Después de tantos meses de admirar y desear en secreto a Canales y ahora tenía la oportunidad de tocarlo, de desnudarlo y el poder para castigarle a su voluntad. Esa sensación de dominio le excitaba más que cualquier otra cosa y estaba dispuesto a sacar todo el provecho posible de la situación.
Al día siguiente, los chicos tubieron clase de gimnasia por la mañana. Rojas tubo que luchar constantemente durante esa clase para mantener escondida su erección rampante creciendo bajo sus pantalones de deporte. Y es que Rojas no podía dejar de pensar en lo que pasaría unos minutos más tarde en los vestuarios. Canales, como parte del castigo que se le había impuesto, debería permanecer completamente desnudo durante cinco minutos al salir de la ducha y posar en frente de todo el mundo. Esas eran las ordenes que Rojas le había asignado y esperaba ansioso ver como eran obedecidas. Finalmente la clase acabó y la mayoría de los chicos se dirigieron a los vestuarios. Canales estaba visiblemente nervioso porque sabía lo que le esperaba. Se desnudó y se metió en la ducha. Y permaneció debajo del chorro de agua a presión durante todo el tiempo que fue razonablemente posible, pero sabía que tarde o temprano tendría que salir. Y salió. Salió y empezó a secarse con la toalla y finalm! ente dejó la toalla en el banco y, completamente desnudo, se puso de pie y separó sus piernas como le había sido ordenado. Permaneció un rato haciendo como que buscaba algo en su bolsa de deporte, pero sabía que ese truco no le serviría por mucho rato. Sabía que Rojas le había ordenado caminar de punta a punta del vestuario al menos dos veces, de manera que se dirigió hacia una de las esquinas donde había una hilera de espejos y empezó a hacer como que se reventaba una espinilla de la cara. Esa comedia tampoco podía durar mucho y además debía pasearse más, de manera que se dirigió lentamente al lado opuesto del vestuario, con las piernas bien separadas. Por el camino se cruzó con la mirada de Rojas, que le sonreía, pasó de largo y se acercó a uno de sus compañeros. No se le ocurrió otra cosa que preguntarle si sabía cuando saldrían las notas de matemáticas. Su amigo, sorprendido, le respondió que no tenía ni idea pero que si necesitaba unos calzoncillos le podía prestar un! os. Los chicos que había alrededor miraron y sonrieron. Canales enroje ció y le contestó que se había olvidado de que seguía desnudo, una excusa bastante patética. Se dirigió al banco donde estaban sus cosas y empezó a vestirse, sabiendo perfectamente bién que no había cumplido con la orden de Rojas y que eso le traería más problemas si cabe. Y efectivamente, al salir del vestuario Rojas se le acercó.
"Ya te imaginarás que no estoy muy contento con tu comportamiento, pero aqui no podemos hablar. Quiero que dentro de veinte minutos vayas al sótano y entres en la habitación donde se guardan los trastos viejos. Y no te preocupes por la llave, Dirac me dió una copia por si la necesitaba." Rojas continuó su camino sin esperar la respuesta de Canales. Sabía muy bien que el chico no tenía otra opción que obedecer.
Canales estaba preocupado. No podía imaginar que era lo que Rojas tenía en mente. Sabía que sería castigado por no haber permanecido los cinco minutos desnudo en el vestuario como Rojas le había ordenado el día anterior, pero tampoco creía que su situación pudiera empeorar mucho. Al fin y al cabo, ¿Que podía hacerle Rojas que no le hubiera hecho ya? Pero parece que la idea que Canales tenía de Rojas no era del todo acertada.
A los veinte minutos Canales ya estaba en el sotano en frente del trastero, pero la puerta estaba cerrada y nadie respondía a sus llamadas. El colegio San Lazaro estaba en un edificio antiguo, con paredes gruesas de piedra. El sótano era especialmente fúnebre con poca luz artificial y bastante humedad. Además, debido al poco uso que se hacía de esa planta todo estaba sucio y polvoriento. Los chicos tenía completamente prohibido bajar al sotano sin motivo, además poco podían hacer ahi, todas las habitaciones estaban cerradas con llave y lo único de libre acceso era el pasillo alargado donde ahora Canales estaba esperando la llegada de Rojas. Y éste llegó a los diez minutos.
"Entra" dijo Rojas a la vez que habría la puerta.
Rojas accionó el interruptor y varias luces fluorescentes iluminaron una sala enorme llena de todo tipo de trastos acumulados en estanterias metálicas, único mobiliario de la sala, y también esparcidos por el suelo.
"Vamos a dejar las cosas claras, Canales. Creí haberte ordenado permaneder cinco minutos desnudo después de la ducha, ¿es eso correcto?."
"Lo he intentado, de verdad, tu lo has visto, pero mi amigo hizo ese comentario acerca de mis calzoncillos y no podía seguir ahi con el culo al aire, ¿lo entiendes verdad?"
"Si, he visto lo que ha sucedido y por eso voy a cambiar las normas para las próximas ocasiones. Después de la ducha permanecerás desnudo hasta que yo te de permiso para vestirte. Te haré una señal. Si me miras y yo te sonrio, puedes vestirte. Si permanezco serio, eso significará que debes permanecer más tiempo desnudo. Evidentemente el resto de normas no cambian. Deberás permanecer completamente desnudo, sin nada que tape tu polla, las piernas separadas dos palmos y pasear por el vestuario. Si yo opino que no mantienes las piernas suficientemente separadas o que no te paseas como debes, no te daré permiso para vestirte."
"Gracias, señor."
"No he acabado todavía. Lo que he dicho no cambia el hecho de que hoy me has desobedecido y tendré que castigarte por ello, cosa que voy a hacer ahora mismo." Rojas hizo una pausa. "Voy a azotarte, si, y para ello quiero que te tumbes encima de ese potro". Rojas señaló hacia el medio de la habiación. Ahi estaba un potro viejo de gimnasia, colocado ditrectamente bajo varios tubos fluorescentes que colgaban del techo. No estaba ahi por casualidad, Rojas había inspeccionado la habitación el día anterior y cuando vió ese viejo potro en un rincón, cubierto por otros trastos, supo que más pronto o más tarde le sería extremádamente útil para sus propósitos. Lo desenterró, colocó en mitad de la sala y ajustó la altura para que cuando Canales se tumbara, su culo quedara bien expuesto. Ahora tenía la posibilidad de comprobar si los ajustes habían sido los correctos.
Cuando Canales bajó al subterraneo, ya sabía lo que le esperaba. Sabía que debía ser castigado por su desobediencia, de manera que no protestó cuando Rojas le dijo que sería azotado. Resignado, se dirigió al potro y se tumbó boca abajo. El potro no era muy alto, de manera que tubo que flexionar las piernas a fin de que su torso y vientre descansaran sobre la colchoneta de escai. Rojas observó detenidamente como Canales se posicionaba y le indicó algunos cambios. Hizo que se echara más para atrás, de manera que el ombligo descansara justo en el borde del potro. Luego le indicó que alzara por un momento el vientre. Canales, apoyándose en sus largas piernas, echo su culo y torso hacia arriba, separandose ligeramente del potro. Rojas aprovechó para echar la camiseta del chaval hacia su cabeza, dejando al descubierto buena parte de la espalda del chico. La camiseta se quedó arrugada a la altura de sus sobacos. Luego Rojas presionó la espalda de Canales para indicarle que volvie! ra a descansar sobre el potro.
"Asi me gusta, que seas obediente" Y con esas palabras deslizó sus dedos por la cintura de Canales y le bajó los pantalones de deporte hasta los tobillos. Y a continuación los calzoncillos siguieron el mismo camino.
"Ahora que estas correctamente colocado voy a empezar a azotarte. No se te ocurra gritar o moverte. Voy a darte diez golpes con la regla de madera."
Rojas tomó una regla enorme de las que se usan para dibujar en las pizarras, la desplazó lentamente por la espalde desnuda de su compañero y luego se entretubo en la raja del culo. Cogió aire, se preparó y atizó con todas sus fuerzas ese culo tan hermoso. El primer golpe emitió un sonido seco que rebotó en todas las paredes de la sala. Una marca roja de unos cuatro centímetros de ancho y que cruzaba las dos nalgas de Canales no tardó en aparecer. El chico respiraba entrecortadamente y sollozaba sordamente. Rojas contempló la marca por unos minutos y le pareció que el culo era demasiado blando para que los azotes fueran efectivos en un chaval de la edad de Canales. El siguiente golpe cayó con la misma fuerza pero ligeramente desplazado. En realidad atizó no las nalgas sinó la parte superior de los muslos, justo donde el culo empieza, una zona muy musculosa y dura, al menos asi era en el especimen que estaba tumbado sobre el potro. La marca que apareció no fue tan nítida com! o la anterior, pero Rojas sabía que había sido mucho más dolorosa, ya que Canales no pudo reprimir un grito.
"Vuelves a gritar y te arrepentirás". El tercer golpe cayó en el mismo sitio que el segundo y con más fuerza y lo mismo sucedió con los siete siguientes. Los diez azotes dejaron los muslos de Canales en una situación bastante delicada, pero sorprendentemente su polla se había ido empalmando con los últimos golpes. Rojas evidentemente lo notó y no pudo evitar acariciar rudamente esa polla tiesa y esos huevos colgantes, a la vez que sermoneaba con voz autoritaria a su compañero:
"Me imagino, Canales, que ya te habrás dado cuenta de que te será mucho mejor para ti que me obedezcas en todo y no se te ocurra desafiarme. Esta vez han sido solo diez golpes, pero ya te advierto que si me obligas a atizarte de nuevo el castigo será mucho, mucho más doloroso". Rojas enfatizó sus palabras estrujando con fuerza los huevos del muchaco. "Quiero oir como te disculpas por tu desobediencia y prometes portarte mejor en el futuro, vamos, habla"
Canales, todavía tumbado boca abajo en el potro, empezó con voz casi inaudible y llorosa:
"Siento haberte desobedecido antes en el vestuario, no debería haberme vestido sin tu permiso, te prometo que no volverá a suceder, de verdad, de verdad...¿puedo ahora vestirme?"
"Antes dime que sucederá si me desobedeces de nuevo."
"¿Que quieres decir?"
Rojas tomó de nuevo el paquete de Canales y le dió un buen tirón "¿Te refresca esto la memoria?
"Ahhh!!!, si, si , si te desobedezco me azotarás de nuevo y más duramente"
"Esto está mejor. Ponte de pie y vistete, he acabado contigo por ahora." Mientras Canales se subía los pantalones y se colocaba la camiseta, Rojas continuó.
"Mientras las marcas sean visibles estas excusado de desnudarte en el vestuario, pero continuaremos normalmente con el resto del castigo que te impuso Dirac."
"Gracias señor." Respondió Canales cabizbajo.
"Esta tarde quiero verte en el gimnasio a las siete. Ya te aviso que esta vez el castigo será duro."
"Allí estaré" fue la respuesta.
Después de las clases de la tarde, a las siete en punto, Canales llegaba al campo de fútbol del colegio donde Rojas le esperaba. Canales parecía haber olvidado la azotaina y estaba relajado y contento.
Rojas le indicó sus deberes: "Vas a correr durante media hora. Ritmo acelerado. Puedes empezar."
Canales corrió con ganas alrededor del campo de fútbol y a la media hora estaba exhausto pero había mantenido un ritmo frenético. Durante la carrera los pantalones le rascaban su culo sensibilizado e inexplicablemente su polla se empalmaba más y más. Por suerte el campo de futbol estaba desierto y el único que notó el bulto fue Rojas. Las tablas de gimnasia que siguieron no fueron menos duras y la erección continuó durante todo el rato.
"Ahora iremos al sotano otra vez, hay algo que debemos solucionar ahora mismo." Fueron las únicas palabras de Rojas antes de que ambos estubieran solos en el sotano por segunda vez ese día. Canales llevaba la misma ropa de deporte que por la mañana, pero completamente sudada por el ejercicio. Una vez en la intimidad del sótano, Rojas no perdió ni un minuto antes de ponerse de manos a la obra.
"Quitate la camiseta y ponte de cara a la pared, los brazos en alto y manos apoyadas en la pared. Piernas ligeramente abiertas y separadas."
"¿Que he hecho mal?, he hecho todo lo que me has mandado, todo, he corrido como nunca y he hecho todas las tablas de gimnasia. ¿Porque estamos de nuevo aqui?, no he hecho nada malo..." suplicó Canales.
"Quítate la camiseta y ponte de cara a la pared como te he dicho antes si no quieres hacerme enfadar de verdad."
Canales obedeció con cara de evidente preocupación.
Rojas no se cansaría nunca de ver a su chico favorito en esa pose. Tan vulnerable, tan sumiso y tan asustado. En un momento Rojas le bajó los pantalones de deporte y los calzoncillos de una vez hasta los tobillos. Las marcas de los azotes seguían bien visibles y la polla de Canales estaba al cien por cien. Rojas paso la mano por entre las piernas de Canales y tiró de la piel que cubría el capullo de la polla, dejándolo al descubierto. Luego lo agarró y empezó a desplazarlo hacía abajo. La polla ponía menos resistencia de lo que Rojas había supuesto, pero Canales no tardó en gritar de dolor y suplicar que parara. Rojas no tubo compasión, sigió tirando hacia abajo, si bien más lentamente. Y cuando la polla estaba apuntando directamente hacia el suelo, Rojas continuó doblándola hacia atrás hasta que estubo pegada contra la raja del culo. Canales no dejó de pedir y suplicar que parara, pero no se atrevió a moverse o a separar las manos de la pared. Rojas por fin soltó la poll! a, que en unos segundos volvió a estar empalmada. La agarró de nuevo y la volvió a doblarla, solo que esta vez más rápido. El dolor que causó fue extremo. La soltó y esperó que se empalmara otra vez. En ese momento Canales le suplico que no se la doblara de nuevo, que se la iba a romper.
"He observado que durante tu castigo en el gimnasio has estado empalmado todo el tiempo. Un castigo debe proporcionar dolor y no placer, de manera que no consentiré que te empalmes de nuevo durante tus ejercicios. Y ahora tienes dos opciones. Puedo continuar torturando tu polla o puedes hacer algo para ponerle remedio."
"No puedo evitar que se empalme, lo siento, lo siento, pero no puedo evitarlo..."
"Parece que tengo que explicartelo todo. Mastúrbate, eso debería calmarte un poco."
"¿Aqui? ¿en frente tuyo?"
"Si lo prefieres, vuelve a ponerte de cara a la pared y yo continuaré acariciando tu polla sedienta."
Canales no dijo nada más, simplemente empezó a machacarse la polla, con los pantalones en los tobillos como única vestimenta. Al cabo de un rato de trabajo sin éxito, se excusó diciendo que normalmente necesitaba de una revista con mujeres...
"No esta vez." Fue la única respuesta que recibió.
Rojas estaba disfrutando, disfrutando de verdad. Canales continuó masturbándose y al cabo de un buen rato se corrió. Por ese día lo dejaron. Ambos subieron arriba y no volvieron a encontrarse.
Durante los siguientes días todo continuó más o menos igual. Canales estaba excusado de desnudarse en los vestuarios, para evitar que todos sus compañeros notaran las marcas en su culo, de manera que su castigo se limitaba a la limpieza de los baños y a los ejercicios físicos. Por supuesto que hubo visitas diarias al sotano, donde Rojas obligaba a su compañero a masturbarse en su presencia. La excusa para ello era, según decía Rojas, que así evitaba que Canales se empalmara durante los ejercicios físicos. En realidad Rojas disfrutaba enormemente al ver a su compañero profundamente humiliado, completamente desnudo en su presencia y obligado a masturbarse bajo amenaza de azotes. Pero la monotonía de esa semana se interrumpió cuando el Viernes ambos fueron llamados al despacho del profesor Dirac. Este ya les había avisado de que seguiría de cerca el comportamiento de Canales y ese viernes iba a ser el primero de los controles. Ambos entraron en el despacho de Dirac, que estab! a sentado en su enorme sillón en frente del escritorio. Al igual que ocurrió durante su primera entrevista, Dirac pidió a Rojas que se sentara en una silla y por lo demás ignoró completamente a Canales, que permaneció, como no, de pie en un rincón.
"Bien, señor Rojas, ya sabe porque le he llamado a mi despacho. Quiro comprobar que el castigo de Canales se desarrolla como planeamos hace unos días. Dígame, con franqueza,¿Se está portando bien su compañero?, ¿Le obedece en todo?". Preguntó el profesor.
"La verdad señor, tengo bastantes dificultades en hacer que me obedezca y no siempre cumple los castigos que Usted le asignó." Mintió Rojas. Y mintió porque ya estaba cansado del juego al que habían estado jugando hasta ahora. Rojas mintió porque quería más, quería más poder y se arriesgaría tanto como fuera necesario para obtenerlo.
"Eso no es verdad, cabrón, ¿Porque mientes?" Explotó Canales, pero no pudo continuar. Dirac se le había acercado y propinado un par de sonoras bofetadas que le dejaron paralizado.
"No quiero oir otra palabra, Canales. Tubiste tu oportunidad y la desaprovechaste. Voy a llamar a tu padre para que pase a recogerte. Estás expulsado por dos semanas. Ambos puedes retirarse. O mejor no, esperen fuera en el pasillo."
Rojas estaba furioso, su codicia le había hecho perder la oportunidad de seguir disfrutando de Canales. Las cosas habían ido demasiado rápidas. Ahora habían expulsado a Canales y no volvería a verlo hasta dentro de dos semanas y probablemente ya nunca más lo tendría bajo su control. Canales estaba también muy preocupado, pero por motivos muy distintos. Estos últimos días habían sido horribles para él, pero sólo pensar en como reaccionaría su padre ante la noticia de su expulsión le ponía los pelos de punta. Su padre era extraordinariamente autoritario y muy exigente con su hijo. Probablemente los azotes que le había propinado Rojas no fueran nada en comparación con lo que le esperaba en su casa en manos de su padre.
Mientras sus dos pupilos cabilaban en el pasillo, Dirac llamó al padre de Canales. Éste estaba de viaje de negocios, pero al final pudo localizarlo en su teléfono móvil. Le explicó lo sucedido y que su hijo estaba expulsado por dos semanas. El Señor Canales estaba realmente furioso, pero según parecía, no había nadie en la ciudad que pudiera hacerse cargo de recoger a su hijo. La única solución que se le ocurrió al Señor Canales fue pedir al profesor Dirac que su hijo, aunque oficialmente expulsado del colegio, siguiera viviendo allí durante esas dos semanas. Al principio Dirac no estubo de acuerdo, evidentemente, ya que más que un castigo eso parecían unas vacaciones, pero el Señor Canales insistió en que esa era la única opción viable. Que no le importaba si Dirac azotaba a su hijo desde por la mañana hasta la tarde sin parar cada uno de los catorce días que estaría expulsado, pero que él no podía interrumpir su viaje de negocios por ese minúsculo problema con su hijo. ! Al oir esta proposición Dirac estubo de repente interesado y finalmente acordó con el padre de Canales que durante esas dos semanas su hijo podría quedarse en el colegio, pero que sería castigado duramente y que Dirac actuaría como su tutor, no como profesor del colegio sino como favor personal al señor Canales. Esta solución complació a las dos partes y antes de colgar, Dirac quiso que Canales oyera directamente de su padre lo que le esparaba durante los próximos días. Hizo pasar a los dos chavales que esperaban en el pasillo y conecto el teléfono sin manos para que todos oyeran la conversación.
"Bien, señor Dirac, aqui tiene a su hijo, puede por favor comunicarle la decisión a la que hemos llegado"
"Hola Papa.." Dijo Canales con voz llorosa.
"Tu te Callas." respondió la voz de su padre al otro lado de la línea. "No puedo entender como te metes siempre en semejantes lios, pero tu y yo ya aclararemos eso cuando nos veamos. Por ahora parece que te han expulsado del colegio. Tu profesor Dirac ha tenido la amabilidad de permitir que te quedes aqui estos días, pero esto no serán unas vacaciones. Deberás obedecer a tu profesor en todo cuanto te diga y eso no es todo. Los dos creemos necesario que seas castigado por tu mal comportamiento. Como yo no puedo disciplinarte adecuadamente, el Profesor Dirac se asegurará de que has aprendido la lección. Bueno, dejémonos de eufemismos y pongamos las cosas claras. He pedido a tu Profesor que te azote tanto como crea necesario. Ya se que eres un chico mayor, pero sigues comportandote como un niño pequeño y unos buenos azotes parece que es lo que necesitas."
"Papa, papa,.." Dirac dió un bofetón a Canales para que callara.
"Muy bien Señor Canales, creo que las cosas estan claras."
"Muchas gracias por su ayuda, profesor Dirac, y no tenga remordimientos en azotar a mi hijo, es un chaval grande y fuerte que necesita una lección. Hasta otra y gracias otra vez."
"A Usted. Hasta otra"
"bippppppp"
Efectivamente las cosas estaban claras. Dirac tenía poder absoluto para hacer lo que deseara con Canales y claramente imaginación no le faltaba. Desde que vió a ese chico en su primer día de clase supo que es lo que le gustaría hacer. Quería humillarlo, quería destruir su voluntad, quería desnudarlo y azotar cada milímetro cuadrado de ese cuerpo joven...y parece que ahora tenía la oportunidad para ello.
"Bien, ya ha oido a su padre, Canales. Parece que le esperan unas dos semanas interesantes. Le prometo que haré todo lo posible para que los próximos días sean los peores de su vida. Y ¿que le parecería si empezamos ahora mismo? Separe las piernas y coloque las manos en la nuca.
Canales obedeció. Estaba llorando desconsoladamente. Dirac se levantó de su sillón y se le acercó y empezó a frotarle el paquete. Canales llevaba pantalón de deporte, de manera que su polla y huevos eran fácilmente accesibles desde el exterior. Dirac cogió el pelo de Canales con su mano izquierda y empezó a abofetearle con fuerza con su derecha. Le dió al menos cinco bofetadas que le dejaron las mejillas bien enrojecidas.
"Veamos si has comprendido la situación. Al suelo. Arrodillate en el suelo, rápido." Ordenó Dirac.
Canales se echó al suelo.
"Ahora quiero que me lamas los zapatos. Rápido, a lamer, perro."
El chico empezó a gemir, pero no sacaba la lengua. Dirac acercó su zapato hasta que estubo en contacto con su boca, pero el chico seguía sin querer lamer.
"Perro, todavía no has aprendido que no puedes negarte a ninguno de mis deseos, pero vas a aprender esa lección ahora mismo. " Y dirigiéndose a Rojas, que había permanecido todo el tiempo en su silla asombrado por como se desenvolvía la situación, le pidió que se acercara a Canales, le agarrara por los huevos y se los estrujara hasta que el chico obedeciera a su dueño. No tubo que decirlo dos veces. Rojas se levantó de un salto, se colocó detrás de Canales y le agarró el paquete por fuera de los pantalones. Y empezó a apretar con fuerza.
"Perro, lame mis zapatos" Repitió Dirac.
Rojas seguía aumentando la presión, pero lo único que consiguió fue que Canales intentara librarse por la fuerza de su agarre.
"Veo que tendremos que cambiar de estrategia" Dijo Dirac. "Será mucho más doloroso para usted, Canales, pero no nos deja opción." Y agarrándole por los hombros, lo levantó del suelo y lo tumbó encima del escritorio. Con otro movimiento rápido le bajó los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos y le hizo separar las piernas. "No tengo mucho tiempo que perder hoy, de manera que iremos rápido. Ya habrá tiempo para sutilezas durante los próximos días. Rojas, sujete a su compañero para que no se mueva." La visión de su chico preferido tumbado con su culo al aire en el escritorio, totalmente vulnerable e imovilizado transformó al profesor Dirac en un sádico, en un monstruo. De un tirón apartó la camiseta de la espalda de Canales, hasta que estubo a la altura de los codos, immobilizando más al chaval si eso era posible y quitándole gran parte de la visión. Le acarició la espalda, le acarició el culo, le acarició el paquete. Apoyó su brazo izquierdo con fuerza sobre la parte ! baja de la espalda del muchacho y con la derecha atizó su paquete. Atizó con fuerza, atrapando polla, huevos, todo lo que estaba en el camino. Y continuó atizando unas cuantas veces más, ignorando los gritos de dolor y las suplicas del chaval. Cuando se dio por satisfecho se dirigió al otro lado del escritorio donde Canales yacia y, agarrándole por el pelo, le preguntó si ahora le iba a lamer los zapatos. Canales no respondió, todavía bloqueado por el dolor. Pero Dirac no tenía paciencia, se había transformado en otra persona. Volvió a sujetar la espalda de Canales y a atizarle los huevos sin piedad. Una voz casi inaudible salió de la boca del chaval.
"Voy a lamerle los zapatos, pero por favor, pare, no puedo resistir más"
Dirac le atizó tres golpes más y lo dejó descanssar por unos minutos encima del escritorio.
"Acercate y empieza el trabajo, perro"
Canales se arrodilló de nuevo y empezó a lamer lentamente los zapatos de Dirac. Estubo es ello unos buenos diez minutos.
"Ahora quiero que me saques los zapatos con la boca. Rápido, perro."
Canales consiguió con esfuerzo desabrochar los cordones de los zapatos y quitárselos.
"Y ahora los calcetines."
Una vez los calcentines estubieron fuera, Dirac hizo que Canales abriera la boca y empezó a meterle su pie desnudo hasta la garganta.
"Ten cuidado, uno de tus perrunos dientes me roza el pie y te los arranco todos a patadas."
Dirac estubo un buen rato forzando la boca de su esclavo con sus pies, primero uno y después el otro. Cada minuto que pasaba estaba más excitado, hasta que llegó un punto que Canales casi se ahoga por falta de oxigeno. En ese momento Dirac temió que no fuera capaz de controlarse y decidió terminar la sesión con su joven alumno por ese día.
"Rojas, lleve a Canales al sotano, por ahora quiero que duerma ahi. Y Rojas, ya ha visto que ahora su compañero es un perro, no dude en usarlo como mejor le parezca y en castigarlo si desobedece. Lléveselo ahora."
Rojas hizo que Canales se subiera los pantalones y se pusiera la camiseta. Una vez estubo medio vestido lo arrastró hasta el sotano.
"Parece que las cosas no te están funcionando muy bien, ¿verdad amigo mio.? ¿Recuerdas ese día en que me humillaste en los vestuarios simplemente porque te estaba mirando mientras te secabas después de salir de la ducha? Parece que de eso hace eternidad, verdad? Y las cosas han cambiado ligeramente desde ese día. Ahora ya no estás en posición de humillarme, todo lo contrario, parece que ha llegado el momento de mi venganza. ¿Te molesta que te mire cuando estás desnudo? Vamos a ponerle remedio a esto. A partir de ahora, nada más entrar por la puerta de este sotano te desnudarás completamente,¿entendido? ¿A que esperas?
Canales se quitó la poca ropa que llevaba, por enesima vez ese día.
"Y ahora quiero que te pongas de pie, con las piernas bien separadas y las manos en la nuca. Rápido perro. Te molesta que te mire, ¿verdad?"
Rojas empezó a acariciar el cuerpo de su compañero. El pecho, los pezones, su cara, el pelo, su polla, las piernas. No dejó un solo centímetro de su cuerpo sin examinar, sin tocar, arañó su espalda, tiró de sus pelos, metió sus dedos en la raja del culo. Rojas quería asegurarse que nada del cuerpo de Canales le quedaba por descubrir.
"Tumbate en el portro. Echate boca abajo sobre ese potro y pon una pierna a cada lado." Canales obedeció. Rojas le hizo levantar un poco el culo, le agarró el paquete y lo echó para atras. Luego apretó el culo contra el potro otra vez, de manera que polla y huevos quedaron atrapados mirando hacia atrás. A Rojas le gustaba esta posición, iba a follar ese culo con ganas.
"Ahora relaja ese agujero si sabes lo que te conviene." Finalmente había llegado el momento decisivo. Rojas nunca se hubiera atrevido a follar Canales en circumpstancias normales, pero el chico que estaba tumbado en el potro, con el culo bien expuesto, no era el mismo Canales que había humillado a Rojas unas semanas atrás. Tumbado en el potro, boca abajo, estaba sólo un cuerpo, un perro sin libertad. Rojas empezó a desnudarse lentamente. Quería disfrutar al máximo de esta experiencia y se tomó su tiempo en los preparativos. Una vez desnudo se tumbó sobre la espalda de Canales, le acarició el pelo, le acarició el pecho, y empezó a buscar el agujero del culo con su polla erecta. Apretó, pero sin ningún resultado.
"Abre ese culo chico, si sabes lo que te conviene!."
Apretó de nuevo, pero no había manera de avanzar en la tarea. Rojas empezó a cabrearse. Estaba realmente excitado y no quería esperar, quería follar ese culo de una vez por todas y no había manera."
"Está bien, lo has conseguido, me has cabreado. Te vas a enterar, perro.!" Gritó Rojas a la vez que se dirigía al frente del potro y levantaba la cabeza de Canales por los pelos. "Te prometo que cuando haya acabado contigo ese chocho tuyo se abrirá dos palmos nada más oir mi nombre". Rojas miró alrededor y rápidamente localizó algo útil, una vara de madera flexible estaba apoyada en una esquina de la estantería. La cogió, se acercó otra vez a Canales y empezó a azotar como un loco la raja del culo del chico. Los gritos de dolor del chaval no le hicieron disminuir la dureza del castigo. Le cayeron veinte golpes, todos ellos aplicados con furia y puntería certera.
"No he acabado contigo, todavía." Rojas volvió a mirar alrededor en busca de otra herramienta. Tardó un poco más que antes en dar con lo que tenía en mente, pero finalmente encontró algo que le valió. Algo que parecía diseñado para forzar ese culo y dejar su esfinter tan suelto que Canales iba a necesitar pañales durante varias semanas. Se trataba de unos bolos de juguete que en su zona más ancha tendría unos ocho centímetros pero que acababan en un cono rematado por una bolita de unos tres centímetros de diametro. Rojas recogió un par de ellos y les sopló el polvo. Luego se acercó otra vez a la cabeza de su compañero y le obligó a lamer los bolos y dejarlos bien lubricados con saliba. Canales adivinó nada más verlos cual iba a ser la función de esos juguetes y mientras los limpiaba y engrasaba con su lengua miró suplicante a Rojas, con sus ojos llorosos y una cara de miedo que no hizo otra cosa que excitar todavía más a su torturador.
"Lo siento, Canales, ya se que esto te va a doler un poco, pero a partir de esta noche las cosas serán mucho más fáciles. Tu culo aceptará la más gigantesca de las pollas como si de un palillo se tratara. Es por tu bien."
Apuntó la bola del bolo contra el culo del chaval y empezó a apretar con una mano izquierda a la vez que con la derecha le separaba las nalgas enrojecidas y calientes. Un grito profundo señaló el momento en el que la cabeza del bolo se introducía en las entrañas del chico. Rojas soltó el bolo por un momento y éste se quedó colgando del culo, el esfínter abrazaba fuertemente la cabeza del bolo y lo mantenía en su lugar. Rojas le dió unas palmaditas y el bolo osciló como un péndulo, pero Rojas se cansó rápido de ese juego y empezó a empujar el bolo hacia adentro otra vez. Apretó con fuerza y en unos minutos casi todo el bolo estaba escondido dentro del cuerpo de Canales. Rojas se apartó un momento para apreciar la escena en todo su explendor, como quien contempla una obra de arte. A grandes rasgos uno vería a un adolescente macho, desnudo de pies a cabeza y con un cuerpo musculoso y perfecto acostado boca abajo encima de un potro viejo de gimnasia. Fijándonos un poco más en! los detalles, veríamos que ese chico, extremadamente guapo, está llorando, está llorando de miedo y de dolor y las lágrimas y la expresión de terror no tienen otro efecto que acentuar su belleza hasta hacerla casi intolerable. Claramente el chico está siendo castigado a la antigua. Así lo demuestran su culo y nalgas atravesados por infinidad de marcas azuladas causadas por una sonora azotaina. Y fijándonos todavía más en ese culo, podríamos ver que donde debería estar el ano en realidad hay un cilindro azul que tiene todo el aspecto de ser un bolo de juguete, un bolo de madera introducido a la fuerza por el culo entumecido del adolescente. Y unos centímetros más abajo destaca una polla totalmente erecta y que, debido a que está aprisionada contra el potro, apunta directamente hacia al suelo. Y esa enorme polla está flanqueada por dos huevos no menos asombrosos. Así se pasó Rojas unos minutos admirando su obra. Acarició las cicatrices y jugó con la polla y los huevos, probo! cando gemidos en Canales. Pero Rojas no olvidó su objetivo, de manera que sacó de un tirón el bolo. Este estaba desagradablemente sucio de heces, de manera que antes forzarlo otra vez por ese culo, obligó a Canales a lamerlo hasta que estubo impecable. Y lo volvió a meter, mucho más rápido que antes. Y así continuó durante media hora. El ciclo se repitió una decena de veces, después de los cuales Rojas consideró que el chaval estaba listo para aceptar su polla. Rojas apuntó con la mano su instrumento hacia el agujero y folló a Canales con ganas. Esta vez no hubo resistencia. Lo folló y se corrió al cabo de unos minutos. Fue el mejor orgasmo que Rojas había experimentado en su vida. Pero después de correrse Rojas no pudo evitar entristecerse. Era verdad que finalmente había follado y abusado de su ídolo Canales, pero no estaba seguro que el cuerpo sollozante que yacía en el potro tubiera mucho que ver con el Canales desafiante que lo había humillado en los vestuarios semanas atrás. Encima del potro yacía un cuerpo sin voluntad, sin energía.
Rojas se vistió y ordenó a Canales ponerse en pie.Éste obedeció tan rápidamente como le permitía su cuerpo lacerado. Antes de que se lo ordenaran, puso sus manos en la nuca y separó las piernas.
"Canales, te he follado pero no me has dado el placer que deberías. Esto es una falta muy grave y vas a ser castigado por ello. ¿Cuantos golpes te mereces?"
"Cien señor."
"Muy bien. ¿Y donde deben ser aplicados.? Preguntó Rojas a la vez que miraba fijamente la polla de Canales.
"Por favor, no señor."
"Dime solamente donde cres que se te deben aplicar esos cien azotes. No es tan difícil."
"En la polla, señor."
"Efectivamente. Necesitaré tu colaboración. Quiero que te la descapulles y agarres fuerte en posición horizontal."
Le cayeron cincuenta golpes en el capullo con la regla de madera. Los golpes no fueron muy fuertes porque Rojas estaba ya cansado y quería acostarse, pero cuando acabó con los cincuenta el capullo estaba sangrando y tenía el doble del tamaño normal.
"Ahora quiero que te agarres los huevos por la base y te los eches para adelante. Los siguiente cincuenta golpes serán en los huevos."
Canales obedeció, apretando los huevos tanto como pudo y dejándolos completamente expuestos a la regla de Rojas. Estaba temblando y cerraba los ojos con fuerza.
"Abre esos ojos, quiero que veas cuando el golpe va a atizarte las bolas."
Canales abrió los ojos. Sudaba copiosamente. Rojas levantó la regla y azotó extremadamente fuerte a Canales, pero en lugar de darle en los huevos, le atizó en la parte delantera de los muslos. Sorprendentemente, el chico no soltó sus huevos en ningún momento. Eso fue la prueba definitiva para Rojas de que el Canales de antes ya no existía.
"Voy a acostarme. Recuérdame mañana que te debo cincuenta azotes en los huevos." Se despidió Rojas.
Rojas salió de la habitación dejando al chaval sentado en el suelo y llorando. Mientras subía las escaleras, se cruzó con Dirac que se dirigía al sótano con un maletín.
Fin de la historia.